Néstor Pitrola llama a la movilización para que el FIT sea alternativa de poder
Néstor Pitrola llama a la movilización para que el FIT sea alternativa de poder, Néstor Pitrola, candidato a diputado por el Partido Obrero, califica al gobierno libertario como un «experimento facho» pavimentado por los fracasos de las últimas décadas y advierte sobre el riesgo inminente de una crisis social de magnitud similar a 2001, dijo en conferencia de prensa este jueves.
El Diagnóstico Radical: Un País «En Remate»
La intervención del candidato a Diputado Nacional por el Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT-U), Néstor Pitrola, se distancia del debate político tradicional para ofrecer una lectura de clase y geopolítica de la crisis argentina. Para Pitrola, el problema central no reside en la gestión, sino en la subordinación estructural del país.
El diagnóstico es contundente: Argentina está «en remate» y «más colonia que nunca», hundida en el endeudamiento insoportable (con el FMI a la cabeza) y convertida en un «campo de la disputa geopolítica internacional» entre Estados Unidos y China.
El gobierno de Javier Milei es visto, en esta óptica, no como una causa sino como un síntoma extremo de la descomposición del régimen. Pitrola asevera que el «experimento facho libertario» fue «pavimentado por los fracasos de los gobiernos capitalistas de las últimas décadas», revelando que la inviabilidad está «profundamente metida en la médula de la propia política del gobierno».
Fracaso Acelerado y la Sombra del 2001
Un eje central del discurso es la advertencia sobre la velocidad del colapso. Pitrola apunta que la sucesión de fracasos de Milei es «enorme», incluso a pesar de la «gobernabilidad» que le brindó la oposición y la burocracia sindical. La crisis, con una macroeconomía en colapso y el cierre de empresas, tiene la «magnitud y perspectiva social que tuvo ese año», en referencia directa a la crisis de 2001.
En este marco, se desenmascara lo que la izquierda ve como un operativo de salvataje político:
«El gobierno por orden de los norteamericanos está tratando de armar lo que el propio Milei llamó gobierno de coalición, que es con Macri… se discuten reemplazos.»
Esto refuerza la tesis de que el poder real no renunciará a mantener el control, incluso si debe reemplazar la figura presidencial, siendo el objetivo estratégico del imperialismo (EE. UU.) evitar una «revelión popular que está a la vuelta de la esquina».
El FIT-U como la Única Alternativa Innegociable
Frente a este escenario, Pitrola dedica gran parte de su discurso a establecer una demarcación ideológica absoluta. Se acusa a toda la oposición tradicional (incluido el peronismo) de ser «agentes del FMI» y estar «comprometidos con el ajuste capitalista». Se los vincula directamente a la «impunidad» de los delitos y la entrega de recursos, señalando que el «delito más grande de todos es el capital financiero».
Es en este contexto que el FIT-U se presenta como la única fuerza política con un programa alternativo real.
El objetivo es una «reorganización económica, social, política» con los trabajadores al frente, desmantelando el amparo institucional que beneficia al capital financiero.
La Vía de la Movilización: David contra Goliat
El llamado del FIT-U en estas elecciones de medio término es doble: un voto de repudio y un llamado a la acción. Pitrola concluye su intervención apelando a la movilización popular como única herramienta para salir de la crisis.
El voto por el Frente de Izquierda se enmarca en una estrategia a largo plazo, utilizando la retórica de la lucha épica: «Somos la tercera fuerza, tenemos que dar un salto hasta ser alternativa de poder de la mano del pueblo trabajador. Lo podemos dar y quizás estemos más cerca de lo que parece.»
En definitiva, el discurso de Néstor Pitrola es una convocatoria a la conciencia de clase en medio de una catástrofe económica, buscando capitalizar el descontento social y posicionar al FIT-U no solo como una opción electoral, sino como el factor de choque necesario para que la crisis desemboque en una salida obrera y socialista.
Por Agostina Monteleone
