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Recordamos está nota en el día del panadero: El tesoro escondido en Espigas

Recordamos está nota en el día del panadero: El tesoro escondido en Espigas, horno a leña, tradición y familia. La celebración quedó establecida por el Congreso en 1957 y tiene como objetivo destacar la importancia de los trabajadores del sector.


La panadería de horno a leña tiene 83 años elaborando pan casero en Espigas, una localidad del Partido de Olavarría en el interior de la Provincia de Buenos Aires, está ubicada a 81km de nuestra ciudad y a 55k de Bolívar, se accede mediante un camino rural que se desprende de la ruta nacional 226, allí fue Portal Urbano, para contar la historia de una de las pocas panaderías que aún hoy cocinan con horno a leña.

Los aromas que provienen de la panadería y su horno inundan la cuadra llamando a comprar ese pan tan característico que incluso varias personas de la región encargan con anticipación para no perdérselo. Si bien éste es uno de sus grandes fuertes, cabe mencionar el inconfundible sabor de sus facturas y diversos panificados haciendo un punto y aparte para su inigualable galleta de piso.

El antiguo horno donde se realizan estos magníficos productos fue creado durante la década de 1940 dando así lugar a la famosa panadería de Espigas. Miguel Ángel Mónaco el actual panadero arribó a la localidad en el año 1978 a los dos años y medio de edad, con sus padres, los cuales vivían en un pueblito cerca de Lobería, allí Oscar José Mónaco padre de Miguel, entabló una amistad con “Pincho” Castellano famoso corredor de turismo carretera, con el cual realizó una sociedad para adquirir la llave del local, en la que Oscar proporcionaba la mano de obra. Oscar relataba que cuando era joven “Pincho” solía frecuentar la panadería para utilizar el horno a modo de fragua para templar piezas de sus autos.

Miguel desde que adquirió uso de razón recuerda ver a su padre y madre trabajando y realizando el tradicional oficio de panadero, sus padres quisieron darle la oportunidad de realizarse académicamente y lo enviaron a estudiar a la ciudad de Olavarría, allí se encontró con un mundo totalmente diferente al que él conocía, lejos de su familia y en un ámbito totalmente ajeno al cual él estaba habituado, por lo que decidió regresar y comenzar a dedicar su tiempo a la tradición familiar. Miguel a sus 13 años comenzó a realizar labores y dedicarse de lleno al oficio de panadero, 13 años más tarde los azares e infortunios de la vida le arrebataron a su padre debiendo tomar las decisiones que definirían el futuro de su vida y de su familia, en ese momento, tomó la decisión de hacerse cargo junto a su madre Luisa Aracelys Rivas de continuar con el legado de su padre.

Durante la pandemia, destacó la solidaridad y fraternidad de toda la gente del pueblo, ya que todos cumplían con los requisitos y ordenanzas por el bienestar social de Espigas. Destaca que durante este período su comercio debió adecuarse a lo establecido, y adquirió organización. En este orden decretado debía realizar sus labores en los horarios de 8 a 17 horas por lo cual su jornada era más ordenada y planificada.

Hoy en día sus horarios de trabajo son más amplios, ya que sus labores en la panificación de horno a leña conllevan tiempo y responsabilidades, entre las cuales, se destacan entre otras la preparación de las masas y sobre todo el encendido y precalentamiento del horno, el cual enciende alrededor de las 18 horas para que éste adquiera temperatura durante la noche para que al llegar a las 5 de la mañana puedan comenzar a cocinar. Las calorías del horno fluctúan durante los períodos de cocción debiendo así adecuar cada producto a la temperatura del horno ya que no todos se cuecen a igual grado calórico, otorgando así un trabajo artesanal y único.

 

El tesoro escondido en Espigas: horno a leña, tradición y familia

 

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